Dia 7 de Agosto, Lunes – Hamburgo – Amsterdam

Dia 7 de Agosto, Lunes – Hamburgo – Amsterdam

En Tren: 463 km – 4 h 59 min
A Pié: 6,1 km – 1 h 20 min
En Tram: 1,5 km – 9 min

Desayunamos cerca del Llienhoff. descubrimos la cafetería a la ida. A un minuto de la estación y con una tranquilidad que no encontraríamos allí. Surtido de pasteles, zumos y algo negro a lo que llaman café para empezar bien el día.

No tenemos reserva. Pensamos que no habrá problemas. Craso error. El andén está hasta los topes y la gente empieza a ponerse nerviosa. Nos cambian de andén y cuando llega, a la carrera. Me recuerda los intercities de Londres a Edimburgo, aunque allí es más divertido. Esperan todos fuera del andén, y cuando ha llegado el tren y han bajado todos, abren la barrera. Suelen ganar los abuelos, que han llegado antes y han hecho cola mucho rato para conseguir el mejor sitio, y que corren como demonios.

Aquí no, pero el tren es larguísimo, y los que no llevamos reserva dependemos de la habilidad para subir al vagón más vacío y con menos reservas. Volviendo a los trenes ingleses, cada asiento tiene una nota arriba indicando si está reservado y hasta dónde. Aquí solo pone que puede estar reservado, así que si no encuentras uno que no lo ponga, te has de sentar y encomendarte a todos los santos.

Tres de nosotros corremos con los equipajes como podemos hasta uno de los primeros vagones, en el quinto pino, y conseguimos asientos con posible reserva. El otro compañero si que tenía reserva y queda unos cuantos vagones más atrás.

Salimos a las 9:45. Hasta Osnabrueck son 1h 49 mins y unos 230 kms, segun mis datos. Aprovechamos para relajarnos un poco y ver el paisaje del norte de Alemania, que no me maravilla. En Bremen sube una riada de gente, pero estamos de suerte. No nos mueven de sitio.

En Osnabrueck transbordo, Nos juntamos todos pero de nuevo hay 3 que volvemos a jugar a la ruleta. Ganamos de nuevo y llegaremos en nuestros sitios hasta Amsterdam, aunque aquí el tren ya va mucho más vacío y hay incluso asientos libres. Por la ventana intento adivinar cuando llegamos a Holanda. Y se nota. Los tejados de las casas son un poco diferentes. De nuevo grandes campos de maíz, pastos, placas solares por todas partes y carriles bici al lado de la vía del tren y por las carreteras. Eso sí, llano como la palma de la mano. No hay duda, esto debe ser Holanda.

Llegamos a Amsterdam a las 15 y empieza la odisea. La estación de Amsterdam es un rectángulo enorme y nosotros hemos aparecido por uno de sus extremos. Aquí separaremos nuestros caminos. Dos marcharán mañana para Barcelona, vía Paris a donde llegarán a las 23h. Uno de ellos no tiene reserva, no hubo manera que se hicieran desde Barcelona y hemos de hacerla aquí.

Las taquillas de largo recorrido están justo en el otro extremo del rectángulo, pero como no lo sabemos, nos recorremos toda la estación preguntando e intentando averiguar donde están.

Tenemos suerte, mucha suerte. Nos toca una mujer superprofesional y con más paciencia que el Santo Job. Muy diferente que en Alemania, donde, al menos según mi experiencia, cualquier titubeo es pagado con una mirada asesina y algún aspaviento del tipo de “vete aquí y cuando sepas lo que quieres vuelve”.

El que se quedará conmigo en Amsterdam, sin interrail ni similar, consigue todas las reservas de aquí hasta París sin problemas.

Pero el compañero ex-ferroviario no tuvo tanta suerte. Al igual que el interrail parece ser que el transitario, o como se llame, tiene unas plazas reservadas en cada tren que, si no se reservan hasta 5 días antes, se ponen a la venta. Nosotros las queríamos para el día siguiente. Imposible.

La reserva normal, hasta París y luego a Barcelona, con tan poco tiempo, cuestan una fortuna así que sigue una eterna discusión entre nosotros y con la taquillera a ver que hacemos. Avión, tren, ¿autoestop?. La pobre nos buscó todo tipo de alternativas pero ninguna nos servía. Solo os digo que después de nosotros se tomo un descanso. Finalmente salimos sin reserva y encomendándonos al dios de los ferroviarios y con la idea clara de “se van a colar y a ver que pasa”. Billete tiene, lo que no tiene es reserva.

Debo decir que los ferroviarios se ayudan entre si. Hay un espíritu de cuerpo parecido al de los bomberos o los policías, y nuestro compañero llegó sin problemas a Barcelona.

Frente a la estación hay una gran plaza por donde circulan un montón de tranvías, buses y un poco más allá pequeños barcos que hacen recorrido por los canales. Es decir, que cuando llegas a la estación de Amsterdam y sales fuera, es un maldito caos. No sabes que hacer ni que coger. Pero preguntando se llega a Roma, y nos enteramos que hay unos tickets de 10 viajes para los trams, que compramos. Luego fué cuestión de ir encontrando los trams que tenía que coger cada uno. Dos estaban en un hotel, un poco a las afueras, pero al parecer encantador, y otros dos estábamos en una apartamento. junto al mercado de la flores.

Decidimos ir a nuestros alojamientos a dejar las cosas y encontrarnos al cabo de dos horas en la plaza Dam.

Al llegar la calle de nuestro alojamiento la recorremos dos veces buscando nuestro hotel pero no hay manera de encontrarlo. Luego buscamos el número y nos encontramos frente a una puerta cochambrosa con una pinta como para salir corriendo. Recordamos entonces que lo que habíamos cogido era un apartamento, unos tres meses atrás, en vez de un hotel, por las vistas que ofrecía.

En la reserva había un telefóno al que llamamos y al cabo de unos 15 minutos apareció un joven que nos abrió la puerta y nos guió hasta el tercer piso, sin ascensor, y por unas escaleras holandesas, Quien haya estado en Amsterdam sabrá de qué hablo altas y estrechas,

El apartamento era precioso, menos mal, y con buenas vistas sobre los canales. Tenía una pequeña terraza en el piso superior, que nunca usamos.

Tras acomodarnos y comer un poco salimos, en tram, hacia la plaza Damm. El trayecto estaba en obras, con lo que, si ya era complicado el tráfico normal, con las obras era infernal.

Me impresionó, por no decir que me acojonó, la manera como se entrecruzan coches y sobre todo, tranvías y bicis, y eso que vivo y voy en moto por Barcelona.

La plaza Damm estaba a reventar, como las Ramblas o peor. Cuando llegó el resto nos dirigimos un poco a la aventura y fuimos recorriendo los canales. Así llegamos a la casa de Anna Frank (Nos lo dijo la gente que hacía una inmensa cola para entrar), junto a la preciosa iglesia Westerkerk que se levanta majestuosa sobre los canales. Un poco más allá nos encontramos con el museo de los tulipanes y el del queso.

Después de cenar, no muy bien, en un argentino, hicimos la inevitable visita al barrio rojo, que estaba, partiendo de la plaza Damm, en sentido contrario al que habíamos ido antes.

Eso sí que son las Ramblas. Una riada de gente, la mayoría turistas, recorría las calles buscando las red lights donde se exhiben las señoritas y demás géneros alternativos. No me gustó nada. Coincide con mi idea de lo que debía de ser un mercado de esclavos, en este caso sexuales, con la exhibición de la mercancía en los escaparates.

Había para todos los gustos y necesidades. Ninguna te presta atención, tan solo se exhiben. Si te apetece llamas y empieza la negociación. Lo encontré deprimente, pero qué se podía esperar.

Por fin salimos del barrio y tras un breve paseo nos despedimos deseando suerte a los que viajaban al día siguiente. Dos de nosotros nos quedamos un par de noches más antes de proseguir viaje pero hacía Bélgica.

Dia 6 de Agosto, Domingo – Aarhus – Hamburgo

Dia 6 de Agosto, Domingo – Aarhus – Hamburgo

En Tren: 390 km – 4 h 35 min
A pié:  12,2 km – 1 h 58 min

Domingo.

Como de costumbre, la luz del sol, y esta vez también la excitación, hace que nos despertemos temprano.
Hacemos los bocatas para el viaje. Dejamos él apartamento lo mejor posible, aunque nos han cobrado un buen dinero por la limpieza. La llave en el buzón y para la estación. Hace buen tiempo. En la estación nos tomamos él último café danés. Vamos tres viajeros por delante, falta uno que se nos unirá en Hamburgo. Él tren estaba lleno y no ha encontrado billete, así cogerá el siguiente.

Camino de Hamburgo, ya en él tren, conversamos con otra atleta, está alemana, que está sentada al lado nuestro y que también vuelve a casa.

Es lanzadora de Javalina y también ha hecho la pentathlon de lanzamientos.

Esta preocupada porque él tren lleva 15′ de retraso por un problema técnico y ella tiene 20′ para hacer un transbordo.

Él recorrido nos es ya familiar, campos de cultivo (sobre todo maiz), granjas y pastos. Puentes y canales.

Las estaciones también lo son: Odense, Fredericia, Kolding, Flensburg.

La parte alemana es parecida pero la arquitectura de las casas varía un poco, sobre todo los tejados.

Son unas cuatro horas y media pero, como de costumbre, el recorrido se nos hace corto. Es una delicia viajar en estos trenes. Uno de nosotros no lleva reserva y aunque a partir de Fredericia el tren se llena casi por completo, su plaza no la reclama nadie.

En Hamburgo, cogemos reserva para el tren de mañana pero solo para el que no viene con nosotros y no tiene interrail, el resto nos la jugaremos. Al salir al exterior nos sorprende ver la cantidad de gente tirada en torno a la estación. No la recordabamos así de la ida. Muchos vestidos de moteros. Varios llevan la misma camiseta, así que es posible que van a algún concierto.

En él hotel lilienhof, que me parece más cutre que a la ida, tenemos un problemilla con el chico de recepcion, que es o turco o pakistaní por la pinta y que aún habla peor inglés que nosotros.

Me quiere cobrar más de lo estipulado en Booking. Al final llama a un superior y vemos que una habitación que habíamos anulado aún les constaba.

Mientras llega el cuarto del grupo, dejemos las cosas en la habitación y salimos a ver la ciudad.

La mayor parte de los Hoteles y en algunos otros edificios vernos la bandera arco iris. También muchas parejas de gays y alguna de lesbianas por el camino. Al principio pensamos que es una ciudad muy abierta y liberal. Conforme va aumentando la presencia comprendemos que algo pasa pero no sabemos qué.

Tras algún problema de orientación vemos que al lado de la estación pasa una calle, la Mönkebergstrasse, que lleva directo al ayuntamiento. La tomamos, y por él camino vamos entrando en todas las iglesias que vamos encontrando. Algunas luteranas y otras católicas. En una luterana veo imágenes de Jesucristo crucificado y de santos. Cómo no me cuadra, preguntamos a uno de la puerta pero no sabe inglés.

Vemos la iglesia de San Jacobo, la de San Pedro y llegamos al ayuntamiento. Enorme y también la plaza junto a él.

Reponemos fuerzas mientras esperamos al cuarto del grupo en los kioskos frente al ayuntamiento y, una vez completo el grupo, vamos hacia una especie de mercadillo que está al lado y lo entendemos todo.

Es el CSD, El Christopher Street Day. El dia del orgullo gay en Hamburgo. El nombre es el de la calle donde se celebró por primera vez. Nos informan unos de la LGDB del país valenciano que están allí promocionando su tierra.

Seguimos nuestro recorrido buscando un hipotético monumento a Willy Brandt que, al cabo de más de una hora, comprobamos que no existe (error al interpretar el mapa) y nos encontramos con la iglesia de Sant Michael, a cuya torre se puede subir, ¡¡¡en ascensor!!!, al módico precio de 5€, y desde la que se ve una vista de Hamburgo fantástica.

La iglesia es muy sencilla, amplia y bonita. Hay varios pisos en la torre pero el ascensor, al menos hoy, solo iba hasta el último. Mis compañeros deciden verlos y suben otra vez, pero por las escaleras. Los pisos inferiores son como de ladrillo quemado y los superiores de madera. Cuando se quieren dar cuenta vuelven a estar en el último, que está a 106 metros. Se quemó dos veces y fue reconstruida. Desde la torre se disfruta de una vista fantástica de Hamburgo, en especial creo que de la Hamburgo moderna, de edificios singulares y acristalados.

También una vista del río Elba que lleva hasta el Báltico y que fue la base de la prosperidad de Hamburgo.

 

De vuelta al centro pasamos por la catedral de San Nicolás, destruida por un incendio a principio de 1906 y nunca reconstruida, y luego por la de Santa Caterina.

En la de San Nicolás, intentando ayudar a un compañero a hacer una foto con el movil, me equivoco y nos hacemos un selfie involuntario. De traca.

Cena en “La mamma“. Cerca del ayuntamiento. Bueno y barato, aunque de diseño y pinta de caro. Y vuelta al hotel, rezando para que todos los moteros que hemos visto alojarse en él hotel nos den una noche tranquila.

La ducha de nuestro cuarto gotea y, tras varios divertidos intentos a lo McGyver, a cual más ridículo, hemos de dejar la alcachofa en el suelo. La tele tampoco funciona y el lavabo está fuera de la habitación. Suerte que el hotel es por una noche. eso sí tirado de precio, 18€ la doble por noche.

Día 27 de Julio, Jueves – Hamburg – Aarhus

Día 27 de Julio, Jueves – Hamburg – Aarhus

En tren: 384 km – 4 h 27 min – (azul oscuro)
A pie: 5,4 km – 1 h 4 min – (azul claro)
En bus 1,5 km – 6 min – (azul oscuro en el de la derecha)

Nos levantamos sin prisas y vamos a desayunar a una cafetería cercana al hotel, donde además de probar algún pastel típico alemán y tener un pequeño incidente al confundir la canela con la pimienta, recobramos fuerzas para la última etapa. Damos una vuelta por la estación, llena de tiendas y restaurantes y bajamos al andén.

Él tren a Aarhus es bastante pequeño y no se posiciona en la zona central del andén sino que queda escondido en un lateral de modo que casi se nos escapa.
Es un tren muy pequeño y lleno a hasta los topes incluidas un montón de bicicletas que la gente coloca como puede en él vagón.
Por suerte aquí sí que tenemos reserva. Me equivoco y echo a unas chicas de unos asientos hasta que me doy cuenta que soy yo él que se ha equivocado de coche. Cómo no protestaron quiere decir, y así lo comprobamos luego, que aunque se supone que aquí la reserva es obligatoria, hay mucha gente sin ella en ello tren. Viaja mucha gente de pie y a la que pueden ser sientan en los que quedan vacíos.

Él día es gris y de tanto en cuanto la lluvia aparece en los cristales de las ventanas. Él paisaje sigue siendo muy llano, lleno de granjas y extensos campos de cultivo. Muchos canales que vamos atravesando por largos puentes.
En la frontera hay control de pasaportes. Nos sorprende porque Dinamarca está dentro del espacio Schengen. Quizás lo hayan suspendido temporalmente por él tema de los refugiados.


Llegamos a Aarhus sobre las 15:30. Nos perdemos por la estación que conecta con otro centro comercial y salimos por la puerta más equivocada posible.
Por suerte no ya no hay Roaming y si Google Maps y gracias a ello encontramos a la persona que nos tiene que dar la llave de nuestro Airbnb y él apartamento. A 15′ escasos de la estación estación. Nuestro viaje de ida a terminado. Total unas 20-21h de trayecto y reales 33 horas. A quien no les guste él tren una tortura para nosotros una delicia.

Día 26 de Julio, Miércoles. Karlsruhe – Hamburg

Día 26 de Julio, Miércoles. Karlsruhe – Hamburg

625 kms. 4:45 mins.

Que se convirtieron en 5 horas. Aunque la reserva no sea obligatoria, en los trenes anteriores si, eso no significa que no se pueda hacer. De hecho nos hicieron levantar de nuestros asientos porque una familia había reservado toda la fila.

Aún así no tuvimos problemas para sentarnos y también a buena velocidad nos dirigimos hacia Hamburgo atravesando todo el centro de la Alemania occidental.Lo maravilloso del viaje en tren es los cambios de paisaje que se van produciendo. Él viaje hacia Hamburgo atraviesa una de mis zonas preferidas de Alemania. La de los alrededores de Kassel. Sobre todo la zona sur, salpicada de suaves colinas, bosques de abetos y pueblecitos de casas unifamiliares con su iglesia destacando sobre él conjunto. Me ha gustado siempre que la he atravesado en coche, pero atravesarla con la luz del atardecer es algo realmente especial.

Por desgracia, los trenes actuales no se puede bajar la ventanilla y ya no es factible hacer fotos en marcha.

Él norte de Alemania, en los alrededores de Hamburgo es más de árboles más bajos, más plano y muchos campos de cultivo.

A Hamburgo llegamos sobre las 22:00 con una media hora de retraso. Por suerte el hotel lilienhof está justo al lado de la estación aunque encontrar la salida más adecuada en esta enorme estación es tarea complicada y, por supuesto, salimos por él lado opuesto, con lo que tardamos un poco más de la cuenta en localizarla.

Un hotel sencillo y barato para pasar la noche y cerca de la estación. Luego un paso por los alrededores para estirar un poco las piernas y comer algo caliente y dejar a un lado los bocadillos.

Acabamos en un kebab. Paseo en torno a la estación acompañados de la curiosa fauna que siempre las rodea y a descansar para coger fuerzas para la última etapa.

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