Es nuestra primera experiencia con Airbnb. Los alojamientos en Dinamarca son tan caros que es la mejor opción con diferencia. En principio teníamos que ser 4 y ya era justo. A última hora somos uno más y vamos a estar un poco apretados pero no nos importa. La comodidad no es nuestra prioridad. La dueña no está pero ha dejado la llave a una amiga a la que vamos a buscar a su lugar de trabajo.
Primer problema. Sólo hay una llave. Y somos 4 adultos que podemos competir o no, o hacer excursiones. Es decir no vamos a ir juntos a todas partes. Pedimos permiso a la amiga para hacer duplicados pero no nos lo puede dar. Habrá que organizarse o no hacerle caso.
Él apartamento está en la 3 planta sin ascensor, pero realmente está en la cuarta. Intento abrir la puerta de la tercera planta hasta que sale el vecino y me dice que él piso que buscamos es él de arriba. Ups! Empezamos bien.
Él piso es precioso, de dos niveles. Para subir al segundo hay una escalera de mano. ¡Menos mal que somos atletas! Una persona mayor no podría subir o sería peligroso.
Segundo problema. Las cañerias a veces huelen mal, nos advirtieron el día antes de venir, pero no es molesto.
Tercer problema. La dueña ha dejado todas sus cosas en el piso. Comida y ropa. Entonces teoría Airbnb exige que los pisos estén vacíos. Cómo a otro compañero le ha pasado lo mismo nos da la impresión que aquí esas normas no se cumplen demasiado. Tampoco nos importa demasiado y la chica del grupo le ha dado un repaso crítico a toda la ropa que hemos visto por allí.
Los rellanos están llenos de zapatos. La gente los deja fuera y va descalza por casa. El suelo es de parquet y él del baño, de cerámica, está calefactado.
Está bien situado para nuestros intereses, cerca de la estación y cerca de las pistas. La calle y la zona es tranquila y al lado tenemos comida take away italiana, árabe, japonesa y tailandesa, un 7eleven y un súper que cierra a las 23h y está abierto todos los días. Que más podemos pedir.