Caminando: 8,8 kms – 1h 44′ (azul claro)
En coche: 17.5 kms – 1h 7′ (azul oscuro)
Hoy toca museos. Vamos a ver el Museo Moesgaard. Tengo interés por ver la exposición permanente sobre los vikingos que tienen y luego iremos a una reunión vikinga con mercadillo y otras actividades que hacen junto a la playa.
El día aparece amenazador, para variar, lo cual no es óbice para que nos hayamos despertado sobre las 6 de la mañana por la luz que entraba por las ventanas.
Al museo iremos 4, el resto compiten o entrenan.
El Gps nos lleva por la costa donde podemos ver un precioso paseo con gente corriendo, en bici o patines. Un poco más adelante nos encontramos con un coche que están sacando del agua. Todavía chorrea colgado de una grua. No sabemos que ha pasado pero de la carretera al agua hay un buen trozo. Había que estar muy pasado para llegar hasta allí.
Empieza a llover justo cuando estamos aparcando en un parking situado al lado del museo, pero vamos preparados así que apenas nos mojamos.
Estuve en este mismo museo en el 2004 y no se parece en nada. Han hecho un animalada de cemento en forma de rampa, espectacular. Yo recordaba algo mucho más pequeño.
El museo es carillo, Son 144 Dkk, sobre los 20€, pero vale la pena y hay dos exposiciones, la vikinga y otra sobre la evolución de la cultura humana. ¡Qué bien! Dos de mis temas preferidos como arqueólogo y medio antropólogo.
La primera que vemos es sobre la evolución humana, tanto biológica como cultural. Ya en la entrada hay unas reproducciones a escala natural que van desde Lucy e incluso antes hasta Stephen Hawking. Impresionantes
Pero luego explota hasta el máximo las nuevas tecnologías y hacen de la exposición algo fascinante. Si es permanente hay que verla. Incluso hay un apartado de realidad virtual que te sitúa en un paisaje de la prehistoria y que si te miras a ti mismo tu cuerpo también te ves como un hombre primitivo.
La exposición vikinga me decepciona un poco, pero es que la anterior había puesto el listón altísimo. Y eso que, como hay la reunión vikinga, muchos de los participantes han venido a ver también el museo, todos con sus caracterizaciones cuidadas al máximo según la zona de la que vienen. Así que igual estabas viendo una cabaña vikinga y de repente se te ponían un par de enormes vikingos a cada lado con sus trajes de piel y cascos. !Ups! También había vikingas pero no vi vikinguillos.
En el museo nos dicen que la reunión es en la playa y nos indican la dirección a seguir, pero no hace falta, solo tenemos que seguir el reguero de gente. Junto al museo hay lo que parece una reproducción de una antigua iglesia cristiana vikinga.
Parece ser que ha caído la mundial mientras estábamos en el museo. De esa nos hemos salvado, pero la lluvia ha convertido los caminos, a través de un bosque precioso, en monumentales barrizales y conforme la gente va yendo hacia allí están cada vez peor.
Después de ponernos de barro hasta los tobillos y evitar varias caídas, pasamos por un antiguo molino de agua y un restaurante y 800 metros más allá el bosque se abre y está la entrada. El ticket del museo sirve, asi que eso que nos ahorramos. Con nosotros viene el hijo de uno de los corredores de 17 años. No paga nunca nada. Todo lo cultural es gratis para los menores de 18 años. Un chollo para ellos.
La reunión es algo más que el mercadillo que nos habían dicho. Durante el verano se celebran varias de estas concentraciones de amantes de la cultura y tradiciones vikingas. Viene gente de todos los países que han tenido asentamientos vikingos, lo que equivale a decir que de toda Europa, con especial presencia de los países bálticos, eslavos y Gran Bretaña. Todos llevan sus vestidos, como he dicho, cuidado hasta el más minimo detalles. Montan sus tiendas, de estilo vikingo por supuesto, y están varios días allí. Sacan sus mercancías y las venden como hacían sus antepasados ya que los vikingos eran también grandes comerciantes aunque no dejaban escapar oportunidades de rapiñar si veían la ocasión y el botín valía la pena.
Caminando o más bien resbalando por el lodazal veo los herreros, los zapateros, los tejedores, los alfareros, los joyeros, etc. Muchos te dan una tarjeta con su página web para que puedas hacer pedidos online. Pero si quieres comprar un buen hacha vikinga o un escudo, este es tu sitio. por cierto los cascos vikingos no llevaban cuernos. eso es cosa de Hollywood para hacerlos parecer más terribles. Aquí es poco menos que un sacrilegio intentar vender cascos así.
En la playa han puesto una barbacoa y también hay una tienda de campaña alargada que se asemeja a las típicas casas vikingas donde puedes y beber algo, quizás hidromiel, no me fije, mientras un grupo de músicos tocas melodías medievales.
También hacen simulacros de peleas, pero al poco de llegar, oímos que debido al barro y lo resbaladizo del terreno se ha suspendido. ¡Lástima! Vemos, eso si, que han puesto una especie de cuadrilátero donde suponemos habrá luchas singulares pero se hace tarde y hay que volver.
De vuelta, por el mismo camino que a la ida, la experiencia nos hace buscar mejores caminos, pero llegamos al coche con barro ya hasta las cejas
Vamos hacia el estadio. Hay la final de 1500 de uno de los del grupo y las de triple. Me he perdido las de mi categoría pero puedo ver la de la categoría en la que entro el año que viene.
El 1500 no va bien y queda 5º. Tenía mejores aspiraciones. Del triple veo tres categorías y en la futura mía un buen amigo y rival queda subcampeón de Europa. Al acabar todas vuelvo con uno de mi club y otro buen amigo hacia el centro de la ciudad. Es el cumpleaños del de mi club y nos ha invitado a unas cervezas lo cual, dado el precio del alcohol por aquí, no es nada desdeñable.
En el autobús pruebo mi app del bus que hay aquí. Pagas 10 billetes a un precio reducido y cuando vas a subir al bus das la señal de inicio en el móvil. A partir de ahí tienes para viajar una hora. Creo que me he precipitado y no voy a gastar los billetes en mi estancia en Aarhus.
El Bus nos deja bajo un puente y tengo un flash de la primera noche que estuve aquí hace 11 años y, muy cansados y un poco desorientados, cojimos el bus hacia la escuela de jardinería de Beder, nuestro alojamiento, tras 30 horas de tren desde Barcelona. El recuerdo estaba escondido y olvidado bajo muchas capas y ha salido a la luz de golpe. Me encanta cuando me pasa esto y recupero algún recuerdo.
Donde íbamos a ir nos dicen que la cocina ya está cerrada. ¿Dónde nos creemos que vamos a las 21:15 de la madrugada? Así que bajamos al canal y probamos suerte en otra. Aquí la cocina cierra a las 21:30 y son y 25, Si pedimos rápido nos atenderán. ¡Menos mal! ¡Por los pelos!
Somos un M-35 y dos M-55. La cena me confirma que soy hijo de mi tiempo y que los gustos (libros, música, películas) y experiencias, incluso a la hora de viajes, son muy similares en gente de edad parecida.
Después de una buena velada nos separamos al salir. Me pongo música, saco la cámara y aprovecho para hacer fotos camino de casa, a unos 15-20′. Modo Zen.
Paso por el enorme parking de bicis junto a la estación y, al llegar a mi calle, me atrapa la visión de la “no noche” de Aarhus. La calle es estrecha y poco iluminada por farolas amarillentas que cuelgan de cables. Al final de ella, encajonado entre las casas, se ve un fragmento de cielo más claro sobre uno oscuro, de modo que no sabes si está anocheciendo o amaneciendo. Hago varias pruebas que no acaban de convencerme.
En estos casos me gustaría más ser pintor o tener más técnica para reflejar lo que estoy percibiendo.
De vuelta a casa bromas sobre el trasnochador que llega a casa a las 24:00, aunque luego nos quedemos hablando hasta la 1, sabiendo que la luz del día nos despertará antes de las 6.