A pié:  13,2 km – 2 h i 40 min – (azul claro)
En coche: 5,5 km – 23 min – (azul oscuro)

Continuamos en Aarhus.
Hoy vamos a visitar un parque, el Marselisborg Dyrehave, que visitaron unos del grupo en el que hay ciervos en semi libertad. Dyrehave significa “parque de ciervos“.
Estos ciervos no son nada tímidos. Están acostumbrados a la presencia humana y en cuanto ven que tienes zanahorias, chuches para ellos, que venden en la entrada, se te acercan en manada y te avasallan. Que un perro se te suba es una cosa pero que lo haga un ciervo es una cosa muy diferente. Si llevas comida en alguna bolsa, ojo, también te la pueden quitar.

Hemos visto entre 50 y 100 ciervos de diferentes especies que campan a sus anchas por este parque y precioso. Sólo junto a la entrada se pueden arremolinar una cincuentena de ciervos. Hay un camino que sube por una colina pero no lo seguimos porque aquí ya tenemos más ciervos y corzos de lo que podemos asimilar.

Luego, siguiendo un maravilloso camino bajamos a la playa en la que había un embarcadero circular de madera, sobre el agua por el que podías pasear. Nos volvió a caer el chaparrón de cinco minutos habitual que aguantamos perfectamente bajo los árboles y luego salió el sol. Esto es Dinamarca.

De vuelta al coche no podemos evitar volver a entrar al parque de los ciervos (la entrada es gratuita), pero esta vez nos adentramos un poco más y vemos que es mucho más grande de lo que pensábamos. Nos encontramos con otras manadas, algunos de especies de diferentes de ciervos o corzos. No entendemos del tema.

El parque es sencillamente maravilloso.

De ahí a las pistas para ver las semifinales de 400 m. femenino que corre la chica del grupo. Cuarta, lástima. Sólo las tres primeras de cada serie pasan a la final.

 

Luego a casa a descansar un poco y por la tarde a descubrir un poco más de Aarhus haciendo tiempo para la cena con uno de mi club con el que he quedado. Con la chica del grupo que ha corrido el 400 por la mañana nos topamos con el museo de arte moderno, cerrado ya, con un mirador circular de 360 grados de colores que me fascina fotográficamente.

Encontramos también los juzgados y luego damos un paseo por calles llenas de restaurantes hasta llegar a la Catedral.

Luego, al volver por la calle peatonal, llegamos hasta la Iglesia Católica de nuestra Señora y allí nos reciben con una copa de vino.
– Blanco o negro – nos preguntan.
Es el aniversario del nacimiento de San Ignacio de Loyola y, después de una ceremonia, para la que han dispuesto todas las sillas en torno a un centro, al estilo protestante, lo están celebrando invitando a vino a los que se acercan a la iglesia. Curioso.
No saben lo peligroso que es invitar a vino a atletas que no están muy acostumbrados a ello. Todo ello despierta nuestra locuacidad y hablamos un rato con los dos voluntarios de la puerta, un par de vikingos grandotes y con una brasileña que habla un poco de español/portugués y que tiene algún papel de la comunidad. Luego hablamos con el cura, muy joven, que nos explica que es la única iglesia cristiana de Aarhus y que los cristianos son solo un 20% en Dinamarca. Son jesuitas, por supuesto.

Ya es tarde y he de llegar a mi cita. Enfoco a mi compañera en dirección a casa, espero que llegue, y voy a ver mi compañero de club que me espera a la puerta del hotel. Son las 20h. he aprendido del otro día. Nos tropezamos con otro atleta y acabamos en el Bodegaen, donde no pudimos tomar la cerveza el otro día. Tiene unas vistas al canal muy bonitas así que cogemos una mesa junto a las ventanas.
No se cena mal aunque las mini hamburguesas que me pusieron a mi picaban como demonios. Los platos de salmón a la parrilla, tremendos.

De vuelta a casa, otra vez fotos a la calle del apartamento y el anochecer de Aarhus.

Algún día conseguiré lo que quiero, y de nuevo bromas en el apartamento sobre mi supuesta vida juerguista y sobre mi compañera de paseo que parece ser que llegó con la copa aun en la mano.

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