A pié: 4,7 km – 48 min (azul claro)
En bus:  700 m – 5 min (azul oscuro)

 

Hoy Aarhus. Llevo mucho trote y pienso que así descansaré un poco. Nada más lejos de la realidad. Lo único que me ahorro es el viaje en tren.La idea es ir a ver el Dem gamle by. Una muestra de la arquitectura danesa con cuatro ambientes o épocas. Una especie de museo etnográfico con casas y figurantes.
Está en la parte norte de la ciudad, no muy lejos del centro, así que vamos caminando. Accidentalmente no topamos con el museo botánico, muy moderno y que nos gusta bastante. También con diferentes ecosistemas. llama la atención los lavabos. Cada uno decorado según un tipo de ecosistema.

 

Está en una colina. Abajo se encuentra el Dem Gamle By. Mis compañeros deciden no entrar, es caro y prefieren hacer una excursión en bicicleta. Yo, medio antropólogo, prefiero darme una vuelta y ver como vivían los daneses.
A las pocas casas me doy cuenta de lo cansado que estoy. Sigo durmiendo mal y mi dieta de salchichas tampoco es la mejor. Aun así lo encuentro bastante interesante, también por los figurantes que representan muy bien su papel y son muy amables posando para nuestras fotos. Van recorriendo el recinto. En ocasiones te los encuentras en calles pequeñas, sin más turistas a la vista y realmente te trasladan a la época de sus trajes. Buenas fotos.

 

También hay carros con caballos que te dan vueltas por la mini ciudad.
Recupero un poco de fuerzas en una plaza y me salto la parte moderna. parece un centro comercial.
Solo salir cae el chaparrón acostumbrado. Tremendo. Me protejo en una marquesina de la parada del bus y ya que tengo esa aplicación de bus con billetes virtuales decido aprovecharla y me monto en uno que va hacia el centro.
Bajo cerca de la catedral y aprovecho para entrar y verla. Luterana, sobria. También me acerco al museo vikingo del centro de Aarhus. Está en el sótano de un banco y la entrada es gratuita. Muy pequeño pero interesante.
Salchicha en un puesto callejero de la calle peatonal para mantener mi dieta, nada que ver con la las pistas que son mas grandes y mejores. Tengo que pedirla con pan porque si no te la dan a pelo. Aquí la gente come mucho en la calle, al menos en verano.
De vuelta a casa paso por delante del museo de arte moderno y su llamativo mirador de colores. Es hipnótico.
Atravieso el puente y, por una vez, llego a casa con luz de día. Ahí está mi foto no resuelta. De día no tiene ni la mitad de su encanto.

 

No me sienta muy bien y al llegar a casa me tiro la tarde en el sofá viendo los campeonatos del mundo de atletismo por la tele y aprovechando que tiene Netflix, la serie “Stranger Things” casi entera.
En los viajes que he hecho en coche, costa a costa, Mediterráneo – Báltico, después de un inicio frenético, con muchas horas de viaje en coche y visitas exhaustivas de ciudades, siempre había algún día en el que, derrengados, lo desperdiciábamos tumbados en algún camping, cogiendo fuerzas para las siguientes etapas. Quizás sea hoy uno de esos días o simplemente es que me ha sentado mal la comida.
Cae la tarde, interminable, y va llegando la gente. Los de la bici se han pegado una buena paliza pero están contentísimos y se extrañan de que me haya quedado toda la tarde en casa. En fin, cena de grupo y a descansar.

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