Último día en Aarhus. Tengo la oportunidad de ir a Roskilde pero sigo cansado, no sé si mental, físicamente o probablemente ambas cosas. Mañana empezamos el regreso y aunque la vuelta es muy progresiva, de hecho es casi la mitad del viaje, no se si quiero ahorrar fuerzas o simplemente estoy de bajón por dejar Dinamarca, que me ha encantado.
El caso es que decido quedarme en Aarhus e ir a las pistas. Por la mañana voy a ver las finales de 800. una prueba en la que somos muy fuertes y en las que participa uno del grupo. Primero me paso por la zona de merchandising, no muy grande y que ha ido variando mucho a lo largo de los años. Hace años había uno paralelo organizado por los propios atletas para pagarse el viaje o sacarse algún dinerillo. Sobre todo los rusos. Podías conseguir desde las consabidas matrioskas a alguna medalla de la segunda guerra mundial o de Moscú 80. Paso luego por el puesto de salchichas y convenientemente alimentado voy a hacer fotos a la pista.
La luz es cambiante. Llueve y hace sol y así constantemente y las fotos lo agradecen. Quizás las mejores del viaje en lo referente a atletismo. Nuestro compañero no defrauda y queda campeón de Europa de 800 de su categoría en una pelea tremenda y tirándose sobre la línea de meta. Toda su familia está en la grada animándole y luego bajan a la pista . Muy emotivo. Y el grupo no veas. Como si hubiéramos ganado nosotros.
Algo muy bonito de estos campeonatos y de los de los veteranos en general es la deportividad y el compañerismo, en general. Es típica la foto de todos los competidores juntos al acabar la prueba. Todos queremos ganar pero nos alegramos también si gana otro porque, después de tantos años somos todos amigos.
Vuelvo a casa a perrear un poco y por la tarde decido coger el bus 11 hacía Viby, el segundo estadio del que han hablado muy bien. El 11 es teóricamente el bus deberíamos de haber cogido para ir de casa al estadio y luego seguía hacia el segundo estadio, el de Viby, pero como uno del grupo tenía coche sólo lo he cogido yo alguna vez de vuelta.
Salimos del centro por Frederiks Allé y poco a poco vamos dejando el núcleo de Aarhus para adentrarnos en la zona residencial. Casas de alto standing con jardines, cada vez más espaciadas. salimos de la ciudad.
Cuando llegó a Viby resulta que ya han acabado todas las pruebas y lo están desmontando todo. El estadio está rodeado de inmensas extensiones de verde para poder correr o simplemente disfrutar. Esto es lo que les ha gustado a los de mi grupo que son corredores de fondo. Yo, como saltador, me impresiona menos.
Cruzo la carretera y tomo el autobús de vuelta. Me pongo en el primer asiento, al lado del conductor y, camino de la ciudad, me gusta fotografiar a la gente que está en la parada esperando. Es una manera de tomar el pulso a la sociedad danesa. Sube todo tipo de gente y cada uno espera a su manera. También saco alguna foto del paisaje urbano que vamos atravesando con el skyline, no muy alto, de la ciudad al fondo.
Sigo en el autobús hacia el centro para dar mi último paseo por la ciudad. Estas cosas prefiero hacerlas solo con mi música. Mi sensibilidad se acentúa y saco mejores fotos.
El sol está bajando e incide sobre la mirador transparente y de colores del museo de arte moderno. Las figuras me recuerdan esas películas animadas antiguas o quizás una reminiscencia de sombras chinescas. Me quedo atrapado como una mosca en una telaraña y pierdo la cuenta de las fotos que saco. Cada grupo de personas que pasea por el círculo transparente cambia la historia. Fascinante.
Encima los rayos de sol se reflejan en una pequeña plaza con un kiosko. Allí me quedo viendo como van cambiando poco a poco los colores según se va moviendo el sol dando un baño de irrealidad a toda la escena.
Me sacan de mi trance unos compañeros atletas que me saludan y con los que hablo un poco. Intercambiamos vivencias durante un rato. Cada uno vive el viaje a su manera. Luego emprendo por última vez el camino hacia mi apartamento. Ultimas fotos para mi memoria visual y camino de mi calle, de la foto no resuelta, me encuentro con los dos últimos supervivientes del grupo que me están llamando y me encuentran de casualidad. El compañero con su hijo ya marcho anteayer a otro apartamento con el resto de su familia que vino más tarde y que hoy le han visto quedar campeón de Europa.
Uno de ellos quiere hacer algo especial, ir a comer una pizza o una hamburguesa, pero el resto creemos que hay comida que gastar antes de emprender el viaje de vuelta. O eso, o la cargamos, o la tiramos.Así que montamos una pequeña fiesta de despedida y vemos los 100 metros lisos del campeonato del Mundo en los que pierde Bolt. El fin de una leyenda.
Hacemos los equipajes para no perder mucho tiempo mañana y a dormir. Última noche en Dinamarca.