En Tren: 390 km – 4 h 35 min
A pié:  12,2 km – 1 h 58 min

Domingo.

Como de costumbre, la luz del sol, y esta vez también la excitación, hace que nos despertemos temprano.
Hacemos los bocatas para el viaje. Dejamos él apartamento lo mejor posible, aunque nos han cobrado un buen dinero por la limpieza. La llave en el buzón y para la estación. Hace buen tiempo. En la estación nos tomamos él último café danés. Vamos tres viajeros por delante, falta uno que se nos unirá en Hamburgo. Él tren estaba lleno y no ha encontrado billete, así cogerá el siguiente.

Camino de Hamburgo, ya en él tren, conversamos con otra atleta, está alemana, que está sentada al lado nuestro y que también vuelve a casa.

Es lanzadora de Javalina y también ha hecho la pentathlon de lanzamientos.

Esta preocupada porque él tren lleva 15′ de retraso por un problema técnico y ella tiene 20′ para hacer un transbordo.

Él recorrido nos es ya familiar, campos de cultivo (sobre todo maiz), granjas y pastos. Puentes y canales.

Las estaciones también lo son: Odense, Fredericia, Kolding, Flensburg.

La parte alemana es parecida pero la arquitectura de las casas varía un poco, sobre todo los tejados.

Son unas cuatro horas y media pero, como de costumbre, el recorrido se nos hace corto. Es una delicia viajar en estos trenes. Uno de nosotros no lleva reserva y aunque a partir de Fredericia el tren se llena casi por completo, su plaza no la reclama nadie.

En Hamburgo, cogemos reserva para el tren de mañana pero solo para el que no viene con nosotros y no tiene interrail, el resto nos la jugaremos. Al salir al exterior nos sorprende ver la cantidad de gente tirada en torno a la estación. No la recordabamos así de la ida. Muchos vestidos de moteros. Varios llevan la misma camiseta, así que es posible que van a algún concierto.

En él hotel lilienhof, que me parece más cutre que a la ida, tenemos un problemilla con el chico de recepcion, que es o turco o pakistaní por la pinta y que aún habla peor inglés que nosotros.

Me quiere cobrar más de lo estipulado en Booking. Al final llama a un superior y vemos que una habitación que habíamos anulado aún les constaba.

Mientras llega el cuarto del grupo, dejemos las cosas en la habitación y salimos a ver la ciudad.

La mayor parte de los Hoteles y en algunos otros edificios vernos la bandera arco iris. También muchas parejas de gays y alguna de lesbianas por el camino. Al principio pensamos que es una ciudad muy abierta y liberal. Conforme va aumentando la presencia comprendemos que algo pasa pero no sabemos qué.

Tras algún problema de orientación vemos que al lado de la estación pasa una calle, la Mönkebergstrasse, que lleva directo al ayuntamiento. La tomamos, y por él camino vamos entrando en todas las iglesias que vamos encontrando. Algunas luteranas y otras católicas. En una luterana veo imágenes de Jesucristo crucificado y de santos. Cómo no me cuadra, preguntamos a uno de la puerta pero no sabe inglés.

Vemos la iglesia de San Jacobo, la de San Pedro y llegamos al ayuntamiento. Enorme y también la plaza junto a él.

Reponemos fuerzas mientras esperamos al cuarto del grupo en los kioskos frente al ayuntamiento y, una vez completo el grupo, vamos hacia una especie de mercadillo que está al lado y lo entendemos todo.

Es el CSD, El Christopher Street Day. El dia del orgullo gay en Hamburgo. El nombre es el de la calle donde se celebró por primera vez. Nos informan unos de la LGDB del país valenciano que están allí promocionando su tierra.

Seguimos nuestro recorrido buscando un hipotético monumento a Willy Brandt que, al cabo de más de una hora, comprobamos que no existe (error al interpretar el mapa) y nos encontramos con la iglesia de Sant Michael, a cuya torre se puede subir, ¡¡¡en ascensor!!!, al módico precio de 5€, y desde la que se ve una vista de Hamburgo fantástica.

La iglesia es muy sencilla, amplia y bonita. Hay varios pisos en la torre pero el ascensor, al menos hoy, solo iba hasta el último. Mis compañeros deciden verlos y suben otra vez, pero por las escaleras. Los pisos inferiores son como de ladrillo quemado y los superiores de madera. Cuando se quieren dar cuenta vuelven a estar en el último, que está a 106 metros. Se quemó dos veces y fue reconstruida. Desde la torre se disfruta de una vista fantástica de Hamburgo, en especial creo que de la Hamburgo moderna, de edificios singulares y acristalados.

También una vista del río Elba que lleva hasta el Báltico y que fue la base de la prosperidad de Hamburgo.

 

De vuelta al centro pasamos por la catedral de San Nicolás, destruida por un incendio a principio de 1906 y nunca reconstruida, y luego por la de Santa Caterina.

En la de San Nicolás, intentando ayudar a un compañero a hacer una foto con el movil, me equivoco y nos hacemos un selfie involuntario. De traca.

Cena en “La mamma“. Cerca del ayuntamiento. Bueno y barato, aunque de diseño y pinta de caro. Y vuelta al hotel, rezando para que todos los moteros que hemos visto alojarse en él hotel nos den una noche tranquila.

La ducha de nuestro cuarto gotea y, tras varios divertidos intentos a lo McGyver, a cual más ridículo, hemos de dejar la alcachofa en el suelo. La tele tampoco funciona y el lavabo está fuera de la habitación. Suerte que el hotel es por una noche. eso sí tirado de precio, 18€ la doble por noche.

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