Día 10 de Agosto – Amsterdam – Gante
El paisaje no tiene nada especialmente bonito que recuerde. Muchas granjas, creo que de girasoles, pero tampoco presto mucha atención. Amterdam ha calado y voy dándole vueltas a la experiencia. Por suerte mi compañero de viaje ha conseguido asiento en mi vagón aunque no en el mismo asiento (yo llevo interrrail), así que pongo música y dejo vagar la mirada por el paisaje llano de Holanda.
Gante nos recibe bajo la lluvia. Bajamos en Gante Dampoort. Parecía más cerca de nuestro hotel, y desde allí cogimos un taxi. Creo que nos equivocamos. Quería enseñarle la ciudad donde también había estado y de la que tan bien le había hablado a mi compañero de viaje, pero, bajo la lluvia, aunque es bonita, pierde algo de su encanto. Es más oscura y es menos cómoda de ver. Pero bueno, paraguas y a caminar.
Salimos del hotel y pasamos junto al City Pavilion y el Market Hall. Eso que se llaman edificios singulares pero que en mitad de un casco antiguo del siglo XVII no pegan ni con cola. De entrada lo que te cuesta es saber que demonios son. Eso sí, para protegerse de la lluvia van de cine.
Justo detrás está la Iglesia de San Nicolas, preciosa y tras ella el Korenmarket, el antiguo mercado de grano. Una plaza enorme, llena de terrazas y restaurantes y el edificio de Correos. Justo detrás de ella, a través del puente de San Miguel están dos de las dos calles más famosas de Gante, La Graslei, el muelle de la hierba y, frente a él, el Korenlei, el muelle del grano. Ambas era de gran importancia para la ciudad. Aquí hay un hostel, el Uppelink, justo junto al puente de San Miguel que debe tener la mejor vista de la ciudad ya que, aparte de lo bonito que es, es una de las zona de reunión de los jóvenes de Gante, ciudad universitaria.
El paseo nos lleva hasta el castillo de los Condes de Flandes (Gravensteen). El castillo no era para defender a la ciudad de los posibles atacantes sino mas bien para defender a los Condes de Flandes de los habitantes de la ciudad, bastante levantiscos, y demostrarles quien mandaba. Frente al Castillo está la Sint-Veerleplein, en la cual está la lonja de pescado, también centro de reunión y muy concurrida.
Siguiendo el canal pasamos junto a dos casas muy antiguas, la Casa de las Siete Obras de la Misericordia. Tiene seis frisos bajo sus ventanas con representaciones del acto de la Misericordia: la visita a los enfermos, la comida dada al hambriento, el dar de beber al que tiene sed, acoger al peregrino, vestir al desnudo y visitar a los presos. La última, “enterrar a los difuntos” no está representada. Un poco estropeadas pero preciosas.
Cruzando el canal desembocamos en la plaza Vrijdagmarkt o Mercado del viernes con la estatua de Jacob van Artevelde con su brazo levantado señalando hacia Inglaterra. El motivo es que consiguió anular el boicot de la lana inglesa en la guerra en la guerra de los 100 años devolviendo la prosperidad a Gante. No le sirvió de mucho, fue asesinado en un levantamiento popular de los irascibles habitantes de Gante. En este plaza también se llevaban a cabo ejecuciones.
Aquí hay uno de los bares o pub más peculiares de Bélgica. En él encontraréis todo tipo de cervezas. Algunas las sirven en copas enormes y preciosas que imagino que la gente se llevaba de souvenir, así que cuando pides una cerveza en uno de estas copas/jarras en prenda debes dejar uno de tus zapatos. Ese zapato lo introducen dentro de una cesta metálica que izan hasta el techo. Cuando devuelves la copa ellos te devuelven el zapato. Muy curioso, original y divertido.
Cuando el camarero me pregunta que cerveza quiero le digo que una suave y no grande. Me trae una buenísima, blanca, pero al levantarme compruebo que será suave de sabor pero te deja las piernas bastante flojas.
Paseamos para asimilar la cerveza y nos topamos con el super cañon medieval Dulle Griet, “la loca Rita“, en honor de un personaje del folclore flamenco.
Cenamos en la Brasserie Bridge, junto al teatro real, donde me regalo una carbonade flamenca (carne estofada con patatas) con salsa a la cerveza negra local. Tremendo. La carbonade es un plato típico belga y del norte de Francia
Y de ahí, aún bajo la lluvia, por las preciosas calles de Gante a nuestro hotel.